Quién es Nostradamus, el adivino de las teorías inquietantes sobre los papas

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En momentos de incertidumbre mundial, como es para muchos la muerte del papa Francisco, hay quienes miran hacia la figura de Michel de Nostradamus, el autor de una serie de profecías al que también se le endilgan varias teorías inquietantes sobre el futuro de la Iglesia y el mundo.

Nació el 14 de diciembre de 1503 en Saint-Rémy-de-Provence como Michel de Notredame, y a cuatro siglos de su muerte, ocurrida en los primeros días de julio de 1566 en la localidad vecina de Salon-de-Provénce, todavía se sigue hablando de lo que escribió con el nombre en latín que se dio a sí mismo: Nostradamus. Inscripto en su tumba, se lee: “Aquí descansan los restos mortales del ilustrísimo Michel Nostradamus, el único hombre digno, a juicio de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la influencia de los astros, el futuro del mundo”.

La muerte del Papa Francisco coloca a la Iglesia (y Occidente) en una situación de incertidumbre donde muchos se vuelcan a profecías como las de Nostradamus ARIF ALI – AFP

Antes de cautivar a millones de seres humanos con sus visiones, Michel de Notredame eligió la ciencia: su nombre surgió primero por su destacada labor como médico en los brotes de plaga que atacaron las ciudades de Aix y Lyon en 1546-1547. La fuente de su conocimiento, que se extendía a la matemática y la astrología, es desconocida, ya que la Enciclopedia Británica subraya que nunca obtuvo un título médico, e incluso fue expulsado de la escuela de Medicina.

Empezó a hacer profecías por entonces y las publicó en 1555 en un libro que llamó Centurias. El mismo consiste en cuartetas rimadas agrupadas de a cientos, con cada conjunto de cien denominado centuria. En un escrito suyo, aseguró que el material para sus textos surgía de “continuas vigilias nocturnas”, donde accedía a “visiones que Dios me ha dado a conocer a través de una revolución cósmica”. Justificaba su clarividencia en los movimientos cíclicos de los astros: “Todo está regido y gobernado por el inestimable poder de Dios que se manifiesta no en medio de furores báquicos, sino en las relaciones astrológicas”.

Nostradamus, nacido como Michel de Notredame, fue un médico y astrólogo francés, autor de cientos de profecías que siguen siendo leídas con el paso del tiempo

Para expresarlas desarrolló un estilo intrincado y cargado de neologismos, que extrajo de raíces latinas, griegas, españolas, celtas y provenzales. El mismo Nostradamus explicó el por qué en una carta al monarca francés Enrique II, a quien dedicó una segunda edición de las centurias en 1558: “Para conservar el secreto de estos acontecimientos, conviene emplear frases y palabras enigmáticas en sí mismas, aunque cada una responda a un significado concreto”.

Tanto hoy como entonces, la naturaleza metafórica de los textos de Nostradamus fue usada para cuestionar su valor profético. Pero algo cambió cuando al año siguiente de recibir el libro dedicado, Enrique II sufrió un trágico accidente en un torneo celebrado durante la boda de su hija: una lanza blandida por Gabriel, Conde de Montgomery, atravesó la visera de su armadura, dio en su ojo y derivó en una infección por la que fue tratado once días hasta morir.

En la cuarteta 35 de la primera centuria, Nostradamus había escrito: “El león joven al viejo sobrepasará/ En campo bélico por singular duelo/ En jaula de oro los ojos le atravesará/ Dos choques uno después morir muerte cruel”. Así, el fin funesto del Rey de Francia -originada por un hombre 11 años menor en un duelo deportivo a partir de una herida ocular que atravesó el oro de su visera y lo sumió en la agonía- fue hallado por algunos en los textos de Nostradamus, y le dio a su fama el impulso cuyo eco lo acompaña hasta el presente.

Nostradamus publicó la primera edición de sus Centurias o Profecías en 1555 y amplió la obra hasta su muerte Instagram

Entonces fue invitado a la corte de Catalina de Médicis -reina consorte de Enrique II- para que hiciera los horóscopos de sus hijos. Más adelante, en 1564, el rey francés Carlos IX lo nombró su médico de cabecera. En paralelo, Nostradamus siguió escribiendo y ampliando su obra profética, que culminó con 942 cuartetas. Aunque sus Centurias fueron ampliamente discutidas, la Iglesia jamás lo persiguió ni condenó sus escritos, entre los que muchos creen ver pistas sobre el próximo Obispo de Roma y el futuro mismo de la humanidad.

En concreto, la profecía que muchas personas le tribuyen a Nostradamus y que aplicaría en este momento de sucesión papal es: “Primero, vendrá un Papa extranjero, luego un Papa viejo, y finalmente, un Papa negro. Con él, el fin del mundo”. Según esta secuencia, el primer lugar correspondería a Benedicto XVI -alemán-, el segundo a Francisco, que asumió su pontificado a los 76 años y el tercero a un eventual Sumo Pontífice, presumiblemente de origen africano, que podría llegar al Trono de San Pedro en el próximo cónclave.

Aunque este texto no se encuentra en las centurias, y tiene un estilo llano que cuesta asociar con el del profeta provenzal, no deja de ser un mensaje inquietante en los tiempos que corren.

De todas maneras, su análisis admite variadas hipótesis: no sólo Benedicto XVI era extranjero, sino que también lo fue su antecesor, Juan Pablo II, nacido como Karol Józef Wojtyła en Polonia. Además, el mismo Joseph Ratzinger accedió al cargo a los 78 años, una edad incluso más avanzada que la de Bergoglio al momento de ser electo. En esta lectura, el “Papa Negro” no habría sido otro que Francisco.

Los últimos tres papas -desde Juan Pablo II a Francisco- han sido extranjeros, y tanto Jorge Bergoglio como su antecesor, Joseph Ratzinger, asumieron el cargo con más de 75 años, considerado una edad avanzada Archivo

Así, no ha faltado quien señaló que en la orden de los jesuitas, a la que perteneció Jorge Bergoglio, la máxima autoridad es llamada informalmente “el Papa negro”, por el poder de contrapeso que tiene con el Obispo de Roma. Aunque Jorge Bergoglio no era Superior General de la Compañía de Jesús o “Papa Negro” cuando fue elegido para el Trono de San Pedro, hay quienes desligan este hecho y aducen que su pertenencia a la orden ya alcanza para nombrarlo como “el Papa Negro” y acercar la línea de tiempo del fin del mundo.

Sin embargo, estas especulaciones escapan a la figura de Nostradamus, que sigue siendo objeto de debate sobre lo que dijo y lo que le atribuyen, como consecuencia del asombro que generó en su tiempo y pervive hasta la actualidad.

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