José Mizdraji y la memoria de los nidos: una donación al Ñande MAC

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En la luz cálida de Corrientes, donde el arte nace de la tierra y el agua, una nueva obra encontró su refugio.
El Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes, conocido como Ñande MAC, sumó recientemente a su acervo un díptico de José Mizdraji, un hijo ilustre de estas tierras.
La noticia fue celebrada como un acto de memoria viva: un artista que regresa simbólicamente al origen, a través de su obra.
Luis Niveiro, alma máter del museo, fue quien anunció la donación, con palabras que resonaron como un gesto de abrazo: «Bienvenido José, amigo y colega, a nuestra colección». No se trató solo de una incorporación patrimonial, sino de un reconocimiento: el arte como ofrenda a la comunidad que lo vio nacer.
El díptico de Mizdraji se suma así a un proyecto que respira diversidad, donde cada obra es un latido del presente y una memoria del porvenir.
El Ñande MAC crece como un bosque, tejido de ramas distintas pero con raíces comunes: la identidad, la imaginación y la vida compartida. La participación de artistas locales como Mizdraji no solo enriquece la colección: fortalece la conciencia de pertenencia cultural.
Cada gesto, cada donación, cada trazo es un acto de amor hacia Corrientes, hacia su gente, hacia el arte como bien común.
José Mizdraji no llega al museo como un forastero, sino como un sembrador que vuelve a su campo a dejar semillas. Nacido en Corrientes un 18 de mayo de 1957, Mizdraji es un artista que ha tejido su trayectoria como quien trama un tapiz entre el río y la imaginación. Su formación fue sólida y persistente: maestro en Artes Visuales, profesor de Pintura y Grabado, aprendiz eterno en las clínicas de grandes maestros.
Nombres como Luis Felipe Noé, Sergio Bazán y Mónica Girón fueron parte de su viaje de perfeccionamiento, ampliando horizontes sin perder su raíz.
La Fundación Antorchas y la Fundación para la Amistad Americana de Posadas acompañaron su camino, abriéndole puertas al mundo.
Sin embargo, la esencia de Mizdraji nunca abandonó el paisaje de su infancia: el rumor de los esteros, el vuelo de un tero, la brisa sobre los nidos. Justamente, su serie sobre los nidos es una de las más emblemáticas de su obra: pequeñas arquitecturas naturales que encarnan la creación, el abrigo y la continuidad de la vida.
A través de sus pinceles, el nido se convierte en un símbolo de resistencia, de ternura, de persistencia en un mundo en constante cambio.
Otro de sus trabajos destacados: «La niña de la caja y el paisaje de su entorno», explora la mirada infantil que inventa mundos desde lo cotidiano.
Hay en Mizdraji un lirismo sin grandilocuencia: una poesía hecha de barro, viento y juego, atenta siempre al latido humilde de la naturaleza. Su obra ha recorrido salas de la Argentina y España, llevando consigo fragmentos de Corrientes a los ojos del mundo.
Entre los espacios que han albergado su arte se cuentan el Museo Provincial Ramón Vidal, el Museo René Brusau, el Centro Cultural Borges y el Museo San Marcos de Toledo.
En ese tránsito, cosechó premios y menciones, como quien recoge frutos de un árbol que ha cuidado con paciencia y dedicación.
Pero más allá de los reconocimientos, Mizdraji entendió siempre que el arte es, ante todo, un servicio: una forma de sembrar belleza y pensamiento en la comunidad. Por eso su compromiso como educador ha sido tan fértil como su obra: formando generaciones de jóvenes artistas en el Instituto Josefina Conte.
En sus talleres y clínicas, enseñó a mirar, a imaginar, a transformar el mundo a través del color, la línea y el gesto. Para él, enseñar es otra manera de crear: una extensión de su mano hacia otras manos que seguirán moldeando el paisaje cultural de la región.
Hoy, en redes sociales, comparte su proceso creativo como quien abre ventanas a su casa, dejando que la luz entre y se multiplique.
La donación de su díptico al Ñande MAC no es un gesto aislado: es la confirmación de una vida dedicada a entretejer arte, memoria y comunidad. Con su incorporación a la colección del museo, Mizdraji no solo entrega una obra: deja una semilla más en el campo fértil de la identidad correntina.
Así, en el rumor de los días, su arte seguirá anidando en los corazones de quienes busquen, en el arte contemporáneo, una patria de imágenes y sueños.

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