La Exposición Rural de Palermo volvió a ser escenario de un fuerte gesto político del presidente Javier Milei hacia el campo. En un discurso con ovaciones recurrentes, el mandatario anunció una baja inmediata en las retenciones a las exportaciones de productos agropecuarios clave: “A la carne aviar y vacuna, se reducirán del 6,75% al 5%; al maíz del 12% a 9,5%; al sorgo de 12% a 9,5%; al girasol del 7,5% al 5,5%; a la soja del 33% al 26%; y a los subproductos de soja del 31% al 24,5%”. Aseguró que esta reducción se mantendrá “mientras esté en el gobierno” y prometió continuar con el camino hacia una eliminación total.
“La casta exprimió durante años al sector más pujante del país”, disparó Milei, con una carga ideológica que no esquivó el eje central del problema: las retenciones como sostén del superávit fiscal.
“Un alivio, pero con sabor a poco”. Para Gonzalo Agusto, economista de la Bolsa de Cereales de Córdoba, la reducción representa un incentivo importante, especialmente para cultivos como el maíz y la soja, que tienen alta participación en la producción provincial. “En soja, por ejemplo, estamos hablando de unos 25 dólares por tonelada adicionales para el productor”, señaló. En el caso del maíz, la mejora ronda los 7 u 8 dólares por tonelada.
Sin embargo, Agusto pone en contexto: “Es una mejora interesante, pero no resuelve el problema de fondo. La rentabilidad sigue ajustada porque los precios internacionales están bajos y los costos locales siguen altos”. Incluso con la rebaja, muchos productores apenas logran salir del punto de equilibrio.
Además, remarcó que este nivel de retenciones es el mismo que rigió hasta fines de junio, cuando una baja temporal había generado un repunte en las ventas externas, que luego se frenaron al volver al nivel anterior. “Ahora que se establece como permanente, puede volver a dinamizar el mercado, pero el incentivo sigue siendo moderado”, advirtió.
Una política con “falta de conocimiento del campo”. Desde una mirada más crítica, Néstor Roulet, productor agropecuario y exsecretario de Agregado de Valor del Ministerio de Agroindustria, calificó la estrategia del gobierno como errática. “Lo que hicieron antes fue un desastre. La baja temporal en las retenciones obligó a los productores a vender antes del 30 de junio. Se transfirieron 400 millones de dólares del productor a la industria”, acusó.
Roulet consideró que el nuevo anuncio, aunque bien recibido, llega tarde y con una magnitud insuficiente: “Es como que te roben un poco menos. El propio presidente lo dijo en su discurso: las retenciones son un robo. Y ahora nos están robando el 26% en vez del 33%”.
Según sus cálculos, la rebaja representa unos 22 dólares por tonelada para el productor de soja, pero la ganancia es relativa: “Ese dinero no se pierde, se reinvierte en tecnología, en maquinaria, en la economía de los pueblos del interior. Pero no alcanza para revertir una rentabilidad que sigue siendo muy baja o incluso negativa en algunos casos”.
Roulet también cuestionó que el campo sea el único sector sobre el que recae el ajuste fiscal: “No puede ser que el superávit fiscal esté sostenido solamente por el agro. Hay que buscar otras alternativas. Que más actores contribuyan. Hoy el Estado se lleva muchísimos dólares por hectárea. ¿No puede ceder más?”.
Impacto en Córdoba y proyecciones
Ambos consultados coincidieron en que Córdoba es una de las provincias más beneficiadas por la medida, pero también una de las más golpeadas por el sistema de retenciones. Según Roulet, el agro cordobés dejará de aportar entre 250 y 300 millones de dólares en concepto de derechos de exportación, aunque la Nación aún recauda unos US$2.800 millones anuales provenientes de la provincia.
“La rebaja es bienvenida, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Nuestros competidores internacionales no tienen retenciones. Y si queremos estar en igualdad de condiciones, hay que eliminar estos impuestos por completo”, insistió Agusto.
Además, alertó sobre la posibilidad de que la dinámica se frene si no se consolidan avances en el equilibrio fiscal: “Cada punto de rebaja va a costar mucho. Si el gobierno se aferra a que el superávit no se negocia, es probable que el próximo paso llegue recién dentro de muchos meses”.
Ganadería: la decepción más notoria
Uno de los sectores que esperaba un gesto más contundente fue el de la ganadería. “La baja del 6,75% al 5% para la carne vacuna es muy poco”, opinó Roulet. “Se venía hablando de una rebaja más agresiva y al final quedó en algo muy marginal. Terminó pesando más el discurso que el cambio real”, remarcó.
A su vez, mencionó que, si bien hay un “run run” de que el sector podría ser protagonista de futuras rebajas, no hay definiciones concretas: “Milei dijo en su discurso que le esperen hasta mitad del año que viene. O sea, no esperemos novedades en lo inmediato”.
Mientras el campo celebra con mesura, la mirada de largo plazo sigue siendo pesimista en ciertos sectores. La promesa de eliminación total de las retenciones genera expectativa, pero también escepticismo. El gobierno deberá demostrar que tiene la voluntad —y los recursos fiscales— para avanzar en esa dirección.
La lectura que queda, tanto desde la óptica técnica como desde la productiva, es que la medida es positiva pero limitada. Como lo resumió Roulet: “Me quedo con esa sensación sí. Estaba esperando un poco más. Nos dan un respiro, pero seguimos con el agua al cuello”.