Foto. Daniella Fernández
El gobierno de Javier Milei cierra una semana que debía ser la coronación de su año legislativo soñado con un baño de realidad política que expone las fragilidades de su armado.
En apenas 48 horas, el oficialismo sufrió dos golpes contundentes en el Congreso que lo obligan a recalibrar la hoja de ruta del ajuste: la media sanción a medias del Presupuesto 2026 en Diputados y la postergación forzada del tratamiento de la reforma laboral en el Senado hasta febrero. Lo que se vendía como una aplanadora libertaria terminó mostrando las grietas de una gestión que, a pesar de la billetera generosa y la rosca interminable, encuentra límites tanto en sus aliados circunstanciales como en la presión social que aparece en las calles.
Bullrich encuentra un freno en el Senado
El primer gran fracaso de Patricia Bullrich al frente de la bancada libertaria en la Cámara Alta sucedió este jueves. La intención del gobierno de darle un trámite exprés a la reforma laboral y aprobarla en el recinto en el próximo 26 de diciembre se encontró con la falta de números que garanticen su media sanción. A pesar de haber conseguido un dictamen de comisión —y con disidencias de sus propios socios radicales y provinciales—, la resistencia a votar un paquete tan regresivo obligó al oficialismo a anunciar que el debate se patea para el 10 de febrero.
Este golpazo de los libertarios, no es un detalle menor. El proyecto, disfrazado bajo el nombre de modernización laboral, es un compendio de quita de derechos que incluye la eliminación de indemnizaciones, la extensión de la jornada laboral y el ataque a la organización sindical. La violencia contenida en estas leyes es tal que muchos senadores, incluso aquellos predispuestos a colaborar, prefirieron no quedar pegados a esa votación, al menos no por el bajo precio que ofrece la Casa Rosada.
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En paralelo a este ida y vuelta legislativo, la movilización de la CGT a Plaza de Mayo, a pesar de sus limitaciones y su falta de continuidad, funcionó como un recordatorio de que la clase trabajadora no está derrotada y que cualquier intento de avasallamiento, a pesar de la tregua impuesta por sus direcciones burocráticas, algún tipo de resistencia va a encontrar.
Junto con la reforma laboral, también quedó en el freezer la modificación de la Ley de Glaciares, que, si bien obtuvo dictamen, no se tratará hasta el año que viene. Esta se trata de una reforma hecha a medida de los gobernadores cordilleranos y las multinacionales mineras, diseñada para habilitar la destrucción de zonas periglaciares en pos del saqueo extractivista. Que incluso este negocio redondo para las corporaciones tenga que esperar habla de cierta debilidad política del momento.
Diputados: una victoria con sabor amargo
El escenario en la Cámara Baja no fue mucho mejor. Si bien el gobierno logró la media sanción en general del Presupuesto 2026, lo hizo sufriendo recortes en su contenido. La caída del Capítulo XI, y en particular del artículo 75 que pretendía derogar las leyes de Emergencia en Discapacidad y Financiamiento Universitario, transformó el festejo en preocupación. Milei no solo no pudo recortar esos fondos, sino que se vio caer también su intento de eliminar el régimen de Zonas Frías, la movilidad de las asignaciones familiares y el esquema de pago de deudas a las empresas distribuidoras de energía eléctrica.
Lo más grave para la estrategia oficial es que este revés ocurrió a pesar del festival de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que el gobierno repartió en las horas previas. Según trascendidos, se giraron más de 43.000 millones de pesos a provincias “amigas” como Tucumán ($20.000 M), Misiones ($12.000 M) y Chaco ($11.000 M), en un intento desesperado de comprar voluntades. Sin embargo, ni la billetera de Caputo, ni las giras del ministro Santilli, ni la supuesta astucia de Adorni alcanzaron. Los diputados que responden a gobernadores como Jaldo y Jalil, aunque colaboraron con el quórum y la votación en general, no pudieron sostener el voto en los artículos más sensibles. Una demostración de que el costo político que implica apoyar el ajuste contenido en el Presupuesto 2026, ni siquiera estos miserables personajes de la política tradicional están dispuestos a cruzar ese límite.
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La bronca en la Casa Rosada es tal que, horas después de la sesión, circuló la amenaza de un veto presidencial total al presupuesto si el Senado lo convierte en ley tal cual salió de Diputados, bajo el argumento de que sin esos recortes se pone en peligro el dogma del déficit cero.
A esto se suma el conflicto abierto con el PRO, su principal socio, que quedó marginado del reparto de cargos en la Auditoría General de la Nación (AGN) gracias a un pacto entre Martín Menem y el peronismo, generando un ruido interno que pone en tensión los puentes de diálogo que le quedan al gobierno.
La economía cruje y el FMI mira de reojo
Estos tropiezos legislativos impactan de lleno en las exigencias escritas en el programa económico del FMI, que viene exigiendo consistencia fiscal y reformas estructurales. El Fondo, que observa con preocupación la incapacidad del gobierno para aprobar el paquete completo, sabe que las metas están en riesgo.
El reciente anuncio de Caputo y Bausili de modificar el esquema de bandas cambiarias para atar el dólar a la inflación a partir de 2026 es una confesión de que la estabilidad de precios es una mentira. Si a esta inconsistencia macroeconómica se le suma la imposibilidad de pasar el ajuste por el Congreso en los plazos prometidos, la imagen de solidez que Milei intenta vender a los mercados empieza a resquebrajarse.
El gobierno llega a fin de año sin hacer la tarea y con las metas del Fondo en peligro de incumplimiento. La estabilidad financiera lograda a fuerza de recesión y bicicleta financiera se enfrenta ahora a la realidad de la política y la calle.
Dinamitar la tregua y construir una salida independiente
Frente a un gobierno que muestra grietas y que se enreda en su propia interna, la conclusión a sacar es clara: es el momento de avanzar. Pero no para realizar pantomimas de lucha como las que propone la conducción de la CGT. La movilización del 18 de diciembre demostró que hay bronca y disposición a pelear, pero la central obrera la utiliza como válvula de escape para descomprimir y sentarse a negociar con el gobierno, sin convocar a un paro general ni a un plan de lucha serio. Si no se utilizan estas herramientas históricas de la clase trabajadora para frenar un ataque de esta magnitud, en el fondo se está siendo funcional al verdugo.
Por eso, la tarea es fortalecer una alternativa como la que se expresó en la columna independiente. Como lo demostraron los trabajadores del Garrahan, que le arrancaron un 61% de aumento al gobierno, moviéndose dentro de otro modelo sindical, donde la participación de las bases es fundamental como la lucha consecuente hasta el final. Ese es el camino.
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Desde el MST en el Frente de Izquierda Unidad apostamos a la mayor unidad de acción en las calles para derrotar el plan de Milei, pero también a la construcción de una nueva herramienta política. Ante la crisis y la complicidad del peronismo, la izquierda revolucionaria tiene la tarea de postularse como la única fuerza capaz de plantear una salida de fondo, anticapitalista y socialista, a la crisis que nos agobia.
Para debatir y organizar esta perspectiva, extendemos la invitación a ser parte del Foro Nacional de Trabajadores que se realizará este sábado 20 de diciembre a las 14:30 hs en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (Santiago del Estero 1029). Vení a discutir cómo construimos un nuevo modelo sindical y una alternativa política para que la crisis la paguen los que la provocaron.